Recuerdo que has llegado a mi vida múltiples veces,
incluso cuando ya has estado aquí,
siempre has sabido llegar nuevamente.
Y yo, que me he acostumbrado de manera tenebrosa a tus llegadas,
en cada una,
he aprendido a guardarte siempre un poco más.
Recuerdo también,
cuando llegaste por vez primera, me dijiste, además,
que no me preocupara, y con letras teñidas de ilusiones hablabas de colores,
sueños, viajes y de más.
Con ello,
yo accedí a guardarte, para siempre,
sin siquiera preguntarte.
Entonces cuando parecías haberte ido,
sentí todo el peso de ti,
porque dentro de mí aún estabas conmigo,
me había quedado en marzo, cuando te conocí…
pero.
Al igual que la luna hace todos los meses, llegaste nuevamente,
y a partir de allí, has llegado por primera vez repetidamente,
a mi juicio clarividente, siempre cariño,
en una forma diferente.
Ahora, de la experiencia hemos aprendido,
yo, que las cosas no son para siempre,
y tú, que algunas, pueden durar un poco más de lo que ya hemos vivido.
¿Y por qué no?
una pequeña eternidad.
Back to Top